Absolutamente todas las personas llevamos dentro de nosotros ese niño que alguna vez fuimos con sus ilusiones, deseos, sueños, actitudes y aptitudes, pero también… con sus heridas, carencias, necesidades y vacíos.
No dejes de ver: ¡TODOS SOMOS ENERGÍA!… DESCUBRE EN QUÉ FRECUENCIA ESTÁS VIBRANDO TÚ
Y esas heridas, carencias, necesidades y vacíos laten dentro de nosotros en nuestra vida de adultos, buscando ser satisfechas, llenadas y sanadas. ¿Has sentido que repites una misma situación una y otra vez? Pues, es él, tu niño interno, pidiéndote ser escuchado; y al no ser escuchado, llega un punto máximo el que puede traer consecuencias muy severas para nuestras vidas.
Es importante que sepas que toda nuestra autenticidad y espontaneidad se encuentra en el Niño Interior, por eso, cuando nos desconectamos de él, nos quedamos sin motivación, estancados, perdidos, sin ánimos… ¡Y es que hemos cortado lo más vital de nuestro ser!
Sí, si hemos enterrado a nuestro Niño Interno en un lugar profundo, la vida pierde ese sentido, esa capacidad de seguir, esas ganas, esa alegría, ese ímpetu de agradecer, vivir, experimentar, sentir, gozar, vivir…
¡Qué ironía!, hacemos con el Niño lo mismo que hicieron los adultos con nosotros cuando éramos pequeños: ignoramos sus necesidades. Le decimos: “¡Crece ya de una vez!”, “¡No estás ya para andar con estas niñerías!”.
Entonces…
Si, de niños, fuimos criticados, nos criticamos también.
Si fuimos maltratados, nos maltratamos.
Si fuimos abandonados, nos abandonamos
Si fuimos relegados, nos relegamos…
Sin darnos cuenta, tratamos a nuestro Niño Interior del mismo modo que otros le trataron, y que nosotros cuestionamos tanto, y comenzamos a hacernos daño, pero no solo eso, sino que, además, comenzamos a tratar del mismo modo a los demás.
En consecuencia, ese Niño Interno se va escondiendo cada vez más en esa profundidad a un punto tal que ya no podemos escucharlo y hasta lo olvidamos por completo.
Pero, ¡Alto…Esto no puede pasar! Tú mereces ser feliz, mereces la vida, mereces la alegría, mereces sanar, mereces tu paz interna; entonces, libértate y… ¡Escucha, cuida y protege a tu Niño Interno!
«¿Y cómo se consigue esto?”, pues te cuento que lo interesante de todo es que no hay leyes universales para esto, cada uno tiene su modo, pero hay ciertas cosas que puedes hacer para lograrlo; ya la intención de encontrar a nuestro Niño Interior nos acerca mucho al objetivo.
Sea cual sea la manera que usemos para comenzar a escuchar a nuestro Niño Interior, lo más importante es prestarle atención a sus heridas, pero más importante aún es hacerlo sin juzgarlo, intentando comprender qué es lo que realmente necesita.
Y entonces, descubrimos que… ¡Solamente hay un adulto que puede darle al niño que fuimos aquello de lo que careció y esa persona somos nosotros!
Sí, el adulto que hoy somos deberá ocuparse de darle al Niño que fuimos aquello que los adultos de entonces no supieron, no pudieron o no quisieron darnos. ¡Así como lees! Ni nuestros padres, ni nuestra pareja, ni ninguna otra persona pueden reemplazarnos en esta tarea, que está pura y exclusivamente a nuestro cargo.
¡No te voy a negar que puede ser un trabajo arduo! Sí, puede que el proceso haya dolor, angustia, lágrimas, desesperos, pero algo sí te aseguro y es que… ¡La recompensa que obtendremos será gigantesca! Y lo mejor de todo es que… ¡Será una sanación para todo lo que resta de tu vida, sí, serás completamente feliz y estarás en completa paz para vivir en plenitud!
Tal vez nos sintamos entonces más libres y livianos, capaces de jugar y de divertirnos con nuestro cuerpo y con nuestro espíritu, y descubramos que una energía desconocida nos recorre. Sabremos, entonces, que llevamos de la mano al Niño.
Ahora que ya sabes qué es el Niño Interior y la importancia de escucharlo, prestarle atención y cuidarlo, queden atentos que en la próxima edición les contaré cómo hacer para sanarlo.
H/T – Cuerpoymente